Mujer, minería, joyería: revalorar la cultura ancestral peruana

Desde mi infancia me fascinó la joyería. Ayudar a mujeres mineras en la zona de Madre de Dios, uniendo su trabajo, arte y diseño para exhibirlo en Nueva York, era uno de mis sueños. Aquí cuento la historia.

Desde muy pequeña me fascinó la confección de joyas

Mi nombre es Andrea José Castro. Conocí el Opus Dei hace algunos años y siempre me fascinó esa expresión de san Josemaría del cuidado de las cosas pequeñas, pues es una invitación a la santidad de vida, siendo mejores en lo cotidiano de cada día.

Algunas de las preguntas que voy a intentar explicar en las siguientes líneas, aunque no sé si lo consiga son: ¿Cómo aplicar las enseñanzas de la Iglesia en el cuidado de la casa común? ¿Cómo aprovechar las virtudes propiamente femeninas en un emprendimiento sostenible y ambientalmente responsable? ¿Cómo conseguir que la joyería no tenga una finalidad únicamente suntuaria, sino que contribuya al desarrollo de la mujer y a la revalorización de la cultura ancestral peruana?

Un compromiso con la causa ambiental

Era el año 2018, llevaba dos años procurando sacar adelante un emprendimiento de joyería con un enfoque sostenible en Lima, cuando una persona de Estados Unidos me contactó con una ONG de Nueva York que organizaba una subasta benéfica de joyería, para contribuir a limpiar comunidades contaminadas por efectos del mercurio y plomo a nivel mundial.

Cuando conocí en la subasta lo que significaba eliminar el mercurio de los procesos de minería para recuperar los metales que usaba en mis joyas, hubo un primer click especial en mi interior. Gracias a esta experiencia, tomé la firme decisión de cooperar con esa causa ambiental desde mi emprendimiento de joyería.

Decidí donar una de mis joyas y viajar a Nueva York a conocer el trabajo de esta institución. Cuando conocí en la subasta lo que significaba eliminar el mercurio de los procesos de minería para recuperar los metales que usaba en mis joyas, hubo un primer click especial en mi interior. Gracias a esta experiencia, tomé la firme decisión de cooperar con esa causa ambiental desde mi emprendimiento de joyería.

En paralelo, el dinamismo de la industria de la joyería en Nueva York me movió a querer estudiar algo relacionado con ese negocio. Postulé a una maestría en diseño en Central Saint Martins, una escuela de moda y diseño en Londres, renombrada a nivel mundial por ser revolucionaria, romper paradigmas y enfocarse en temas de sostenibilidad en el diseño.

Las posibilidades de ser admitida eran escasas porque había postulado tres meses después del cierre de la convocatoria y no tenía ningún grado de estudios en diseño: Lo que conocía era un aprendizaje empírico, por propia investigación y esa escuela solo recibía a una pequeña cantidad de alumnos.

La joyería: de afición a emprendimiento

Vuelvo atrás en mi vida. Desde muy niña, la joyería me causó una fascinación especial. Mis primeras joyas fueron hechas con conchitas que recogía de la playa y mostacillas, eran una forma de juego; y luego, se convirtieron en una afición que me acompaña hasta el día de hoy, y que ya es mi forma de ganarme la vida.

Mi padre, quien profesionalmente es la segunda generación de mi familia dedicada a la minería, nos motivó desde muy corta edad a viajar por el Perú y conocer nuestro país. Cada año, íbamos en carretera por las tres regiones: costa, sierra y selva, con lo que aprendí a amar a mi país, sus diversas realidades y riqueza cultural.

Mientras viajaba, disfrutábamos las costumbres típicas de cada zona y también visualizábamos con mi familia lo que se podría hacer para mejorar poblados y comunidades que conocíamos en esos trayectos.

De la mano de esa fascinación por la joyería, fui desarrollando un especial interés por contribuir a preservar nuestra cultura precolombina, vinculada históricamente con la minería y los textiles. Ejemplos de esa ecuación entre arte, textiles y minería hay en las culturas Nazca, Paracas y Mochica por citar algunos ejemplos.

Así, mi fuente permanente de inspiración para procurar el progreso y el desarrollo armónico de estas comunidades ha sido mi recuerdo infantil imborrable de haber conocido esos parajes hermosos y la gente que me acogió con gratitud en cada uno de esos viajes.

Una maestría en Londres y un viaje a Madre de Dios

Vuelvo a mis estudios de maestría. Con esas y otras inquietudes, en el 2018 me mudé a Londres. Me aceptaron en el máster un mes antes del inicio de clases. Pude obtener la visa providencialmente y todo lo necesario para irme, dejando sin titubeos lo emprendido e incluso un trabajo donde estaba contenta.

La maestría en Londres me ayudó al diseño personal de joyería

La maestría consistía en un proyecto de dos años de investigación donde desarrollé mi práctica como joyera. En este punto, tenía claro que quería trabajar joyas que comuniquen cabalmente esa peruanidad que los antiguos peruanos forjaron con su arte y textiles; pero aprovechando la modernidad de las economías circulares en su materialidad y el respeto por el medio ambiente.

En el proceso de investigación fuera del país, en el año 2019, me enteré del auge y expansión en la zona de Madre de Dios en Perú de la minería denominada artesanal, comúnmente demonizada; pero a cuyo alrededor, se requiere una articulación de estado, sociedad civil y empresarios para profesionalizarla, a fin de convertirla en una fuente de desarrollo y de progreso para la mujer. Allí viene el segundo click de esta historia.

Con las mujeres de Madre de Dios procuramos una minería responsable con el medio ambiente

Madre de Dios era justamente una de esas zonas que visité en el año 1999, cuando tenía nueve años y quedé verdaderamente fascinada con ese lugar de nuestra patria. Pensar que habíamos perdido la noción de su belleza, me preocupó y me movió a deconstruir esta historia y a proyectar involucrarme en una iniciativa a favor de la mujer, que promueva la convivencia social, en una zona aislada y pobre.

La mujer como pilar para un modelo minero

Así que volví a viajar a Madre de Dios con un cúmulo de sueños. Con apoyo local de la ONG Pure Earth decidí desarrollar un modelo de minería que pueda proveer de un oro peruano responsable a la industria joyera. Esta conexión fue fascinante. Ese el tercer click en esta historia.

El concepto de reciprocidad fue el que guió cada uno de los pasos de este trabajo. Generar un movimiento de mineros que promueva el cuidado de los ecosistemas y a las comunidades, con prácticas responsables es una tarea ardua que exige el involucramiento de diferentes actores sociales pero que ayudaría a darle sostenibilidad.

Somos más de 30 mujeres mineras artesanales comprometidas con un trabajo libre de mercurio en la extracción del oro

El modelo fue exitoso y rápidamente la experiencia se replicó a proyectos de otras ONGs en Madre de Dios. Pero lo más valioso fue descubrir a través de un programa local de la importancia de la mujer como agente de cambio y formalización.

La mujer de Madre de Dios con una preocupación por sus concesiones mineras, como su propio hogar, es el brazo de apoyo que se requería para mejorar las condiciones de trabajo y la extracción del oro sin la utilización del mercurio.

La mujer de Madre de Dios con una preocupación por sus concesiones mineras, como su propio hogar, es el brazo de apoyo que se requería para mejorar las condiciones de trabajo y la extracción del oro sin la utilización del mercurio. Y así, el proyecto fue creciendo de manera orgánica, integrando a mujeres mineras y joyeras, facilitando logros como certificaciones y favoreciendo un rol más activo para la mujer en la minería artesanal en Perú.

De manera natural, la mujer genera redes de conexión, es vocera, administradora y aporta al bienestar de su comunidad. Muchas mujeres mineras de Madre de Dios son de diferentes zonas de Perú que migraron en búsqueda de oportunidades pues es una zona rica en minerales. Sin embargo, a Madre de Dios le juega en contra, carecer de buenas vías de comunicación con el resto del país, así como servicios buenos de educación y salud, ocasionando nuevas migraciones de familias a zonas vecinas como Cusco, ocasionando un manejo de los negocios divididos o a la distancia.

La población de Madre de Dios es joven. Y se ha convertido para mí en un lugar que me desconecta y a su vez que me conecta con el propósito de mi trabajo. Cuando comencé mi emprendimiento en el 2019, era solamente una mujer minera quien optó por mejorar sus modelos de minería. Ahora tengo la gratitud de ser parte de una red de más de treinta mujeres mineras de Madre de Dios, unidas para amplificar el camino hacia una minería responsable y cuidadosa con los ecosistemas, las familias y las comunidades.

En ese proceso, la investigación ha sido fundamental porque me permitió descubrir un contexto real en el cual existía una necesidad de conexión de personas y de una cadena de valor con un propósito definido. En este camino, dejé obrar a Dios a sus anchas, siempre dije sí en cada paso porque sabía que cuando trabajamos para servir al otro, todo es ganancia.

Las mujeres han sido mi fuente de inspiración y me han permitido identificar la necesidad de formar un nuevo liderazgo para la mujer en la minería moderna. Serán ellas quienes continuarán la tarea de forjar una nueva cara a la minería artesanal del Perú.

Las mujeres han sido mi fuente de inspiración y me han permitido identificar la necesidad de formar un nuevo liderazgo para la mujer en la minería moderna. Serán ellas quienes continuarán la tarea de forjar una nueva cara a la minería artesanal del Perú.

Desde la época precolombina, nuestra cultura llegó a dar a la mujer un rol de relevancia, de cuidadora y protectora. Sin ir muy lejos, ejemplos como la Señora de Cao, en la cultura mochica, cuyo fardo funerario acompañado de joyas, adornos y vestidos daban cuenta del alto estatus y consideración de la mujer en esa cultura.

Mi trabajo con la mujer minera se inspira en las culturas precolombinas que habitaron nuestra patria
San Josemaría siempre nos decía que debíamos soñar y que nos quedaríamos cortos. A mi me gusta esa expresión, pues me ayuda a soñar con más mujeres comprometidas con su trabajo minero, con la causa ambiental y como agentes de cambio en Madre de Dios y desde Madre de Dios.

Como me dijo un experto: “Las guardianas de los bosques han despertado”. Y hemos despertado como mujeres para dar nueva vida a las actividades, como la minería artesanal, donde la mujer con su cuidado y liderazgo puede ayudar a renovar, a reforestar por dentro y fuera. San Josemaría siempre nos decía que debíamos soñar y que nos quedaríamos cortos. A mi me gusta esa expresión, pues me ayuda a soñar con más mujeres comprometidas con su trabajo minero, con la causa ambiental y como agentes de cambio en Madre de Dios y desde Madre de Dios.

*Crédito fotografías: Miguel Castro

Andrea José Castro