Visión del Papa Francisco sobre el hombre en la economía

“La Iglesia está a favor de una economía de mercado, aunque advierte del peligro de absolutizar el consumo y la búsqueda de riqueza”.

Escribo estas líneas cuando está por aterrizar el Papa Francisco en Lima; y usted, amigo lector, las leerá cuando ya se haya ido. Es un acontecimiento magnífico de enorme trascendencia para el país y para todos sus habitantes, personas de buena voluntad, católicos o no; una gracia que tenemos que aprovechar y de la que daremos cuenta. En los mensajes que ha enviado, previos a su llegada, decía que vendría a compartir la paz del Señor y a confirmarnos en una misma Esperanza: «Deseo encontrarme con ustedes, mirarlos a sus ojos, ver sus rostros».

Es evidente que quiere llegar a cada uno, compartir inquietudes y alegrías, ofrecer respaldo y fortaleza, enjugar lágrimas y animar. Me ha parecido oportuno ofrecer a los lectores de Gestión, gente del mundo de los negocios, el pensamiento del Papa sobre la economía. La Iglesia está a favor de una economía de mercado, aunque advierte del peligro de absolutizar el consumo y la búsqueda de riqueza; y por esto propugna la llamada Economía Social de Mercado. El Papa Francisco, con su lenguaje abierto, coloquial, expresivo, ha advertido claramente acerca de algunos riesgos y abusos de la economía, en particular en su Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium (EG). Pero también ha sido mal interpretado y tergiversado. Por ejemplo, cuando ha dicho que «esa economía mata», algunos le han achacado una postura antimercado, cuando en realidad es propersona. En efecto, en el n. 53 de EG señala: «Tenemos que decir no a una economía de la exclusión y la inequidad. Esa economía mata.

«Tenemos que decir no a una economía de la exclusión y la inequidad. Esa economía mata.

No puede ser que no sea noticia que muere de frío un anciano en situación de calle y que sí lo sea una caída de dos puntos en la Bolsa. Eso es exclusión. No se puede tolerar más que se tire comida cuando hay gente que pasa hambre. Eso es inequidad… Se considera al ser humano en sí mismo como un bien de consumo, que se puede usar y luego tirar. Hemos dado inicio a la cultura del “descarte” que, además, se promueve». Estos tres paradigmáticos conceptos merecen ser explicados. Exclusión es quitar a alguien o algo del lugar que ocupaba; inequidad es trato desigual; descarte es desechar algo ya usado. Evidentemente, una economía que promueva la exclusión, la inequidad o el descarte termina matando su condición de persona, no la sirve, se sirve de ella.

También nos dice: «Hemos creado nuevos ídolos… ¡El dinero debe servir y no gobernar! El Papa ama a todos, ricos y pobres, pero tiene la obligación, en nombre de Cristo, de recordar que los ricos deben ayudar a los pobres, respetarlos, promocionarlos. Os exhorto a la solidaridad desinteresada y a una vuelta de la economía y las finanzas a una ética en favor del ser humano» (EG 55 y 58). Pero el Papa, que comprende la naturaleza humana, capaz de cosas viles, pero también de cosas buenas y bellas, alienta a quienes tienen una enorme responsabilidad: «La vocación de un empresario es una noble tarea, siempre que se deje interpelar por un sentido más amplio de la vida; esto le permite servir verdaderamente al bien común, con su esfuerzo por multiplicar y volver más accesibles para todos los bienes de este mundo» (EG 203). Hagamos que esta visita no sea en balde: unidos por la esperanza, propongámonos algunos aspectos en los que mejorar. Si reflexionamos, seguramente encontraremos, en medio de nuestras actividades, puntos para evitar la exclusión, la inequidad o el descarte.

José Ricardo Stok

Diario Gestión

22 de enero de 2018