San Josemaría Escrivá de Balaguer en Brasil

Del 23 al 28 de julio de 2013 se celebrará la XXVIII Jornada Mundial de la Juventud, con la participación del Papa Francisco. A continuación se relatan algunos detalles sobre la estancia de san Josemaría en Brasil, durante los viajes de catequesis que hizo en 1974, que pueden interesar a los jóvenes y otros participantes que viajarán a Rio de Janeiro, y otras ciudades de este país.

Del 23 al 28 de julio de 2013 se celebrará la XXVIII Jornada Mundial de la Juventud, con la participación del Papa Francisco.

A continuación se relatan algunos detalles sobre la estancia de san Josemaría en Brasil, durante los viajes de catequesis que hizo en 1974,que pueden interesar a los jóvenes y otros participantes que viajarán a Rio de Janeiro, y otras ciudades de este país.

A las seis y dieciocho minutos de la tarde del 22 de mayo de 1974, San Josemaría llega al aeropuerto Galeão, Río de Janeiro. El avión desciende con todas las luces encendidas sobre las aguas de la bahía, hasta enfilar la superficie de aterrizaje.

Desde el 22 de mayo al 7 de junio habla sin descanso tanto en tertulias con un pequeño número de participantes como en grandes reuniones de miles de personas. En algunos casos, los asistentes desbordan la capacidad de aforo y es preciso habilitar grandes salas oficiales, como los Palacios de Convenciones de Sáo Paulo, Anhembí y Mauá. Estos lugares abren sus puertas a una multitud que desea conocerle, oír la palabra de este sacerdote que no habla más que de Dios: "He venido al Brasil a aprender. Vienen del Viejo Mundo y dicen que vienen a enseñar. ¡No! Yo he venido a aprender. Llevo cuarenta y ocho horas y ya he aprendido mucho. He aprendido que este país es un país maravilloso, que hay almas encendidas, que hay gente que vale un tesoro delante de Dios Nuestro Señor; que sabéis trabajar y moveros; que sabéis formar familias numerosas, recibiendo los hijos como lo que son: un don de Dios". Y en otra ocasión comentó: "¡El Brasil! Lo primero que he visto es una madre grande, fecunda, tierna, que abre los brazos a todos sin distinción de lenguas, de razas, de naciones, y a todos los llama hijos. ¡Gran cosa el Brasil Después he visto que os tratáis de una manera fraterna, y me he emocionado".

Durante su segundo día en Brasil, al volver de un paseo –debía caminar- al Jardín Botánico, san Josemaría estaba recogido en oración. El coche se detuvo en un cruce bastante transitado de la ciudad, esperando que el semáforo diera la “luz verde”. De repente rompió el silencio, con una alegría visible, y dijo a quienes le acompañaban:

- “¡Acabo de ver cómo meter a san José en los misterios de dolor!”

En esta época se estaba esforzando para “meter” a San José en los actos de piedad. En los gozosos es fácil: siempre está cerca, o al lado de María. En los gloriosos también: el santo patriarca ya había fallecido y en el Cielo es fácil verlo acoger a Jesús en la Ascensión… La solución que encontró tiene la sencillez de la vida de infancia espiritual: una pillería. Luego lo explicó: en los misterios dolorosos, cuando San José no está presente. Entonces me digo: “me pongo en su lugar”.

En este cruce estaba san Josemaría cuando “descubrió” cómo meter a san José en los misterios dolorosos del rosario.

En el Parque Anhembí, junto al río Tieté, se alza el Palacio de las Convenciones. Es un edificio nuevo, de bóveda elíptica, destinado a congresos y exposiciones. Tiene una cabida normal de cuatro mil personas. El 1 de junio, víspera de Pentecostés, se llenará a rebosar.

El 2 de junio, se llenará igualmente el Palacio de Mauá. El Padre habla despacio, y sus palabras se traducen con los gestos, con el afecto y con la buena voluntad de muchos que, entre el público, siguen y facilitan el contenido de sus palabras a los que tienen más cerca. En esta gran reunión se tocarán multitud de temas. Y el Padre irá engastando, en cada uno, junto a la dimensión humana, el espíritu de la Obra que anima toda su voz. De pronto se pone en pie un adolescente con el pelo largo, un representante joven de los que rompen moldes y modos anteriores:

-«Padre, ¿qué nos dice a los melenudos?».

-«Oye, hijo mío, a los del pelo largo os digo que me encantáis lo mismo que los del pelo corto. Pelo largo o corto no tiene importancia. Lo que importa es voluntad recia o voluntad floja, vida limpia o vida... porca, como dicen los italianos. Lo que tiene importancia es ojos limpios u ojos que no se pueden mirar». Habla a los padres para que tengan una gran generosidad a la hora de entregar sus hijos a Dios si les llama por el camino de una entrega total a los demás.

El 28 de mayo fue en helicóptero hasta el santuario de la patrona del Brasil, Nuestra Señora Aparecida, donde centenares de personas le acompañaron en el rezo del rosario. El fundador del Opus Dei se arrodilla en el suelo del presbiterio; a su lado, don Alvaro y don Javier. Se empieza a rezar, en portugués, el Rosario. Con la mirada fija en la pequeña imagen, el Padre responde en voz baja a las oraciones. Pausadamente, al unísono, reza toda la iglesia en voz alta. Cuando termina, el Padre se levanta y rodea el altar por el lado derecho, para subir hasta el camarín de Nuestra Señora Aparecida. Mira unos instantes a la Virgen y besa el escudo. Al día siguiente, comenta: -«¡Con qué alegría fui a la Aparecida! ¡Con qué fe rezabais todos! Yo le decía a la Madre de Dios, que es Madre vuestra y mía: Madre mía, Madre nuestra, yo rezo con toda esta fe de mis hijos. Te queremos mucho, mucho... Y me parecía escuchar, en el fondo del corazón: ¡con obras!».

Se acerca el 7 de junio, último día de estancia en Brasil, y todos guardan los recuerdos en el mejor rincón del alma. Todavía no ha partido y ya empiezan a sentir nostalgia. Saudades, como se dice en portugués.

-«Os quedáis muy pensativos. Es que es el último día... Pero os ponéis solemnes y nosotros no tenemos solemnidades...

La nostalgia -sonríe el Padre-. Incomincia la nostalgia. Pero no quiero hablar más de esto, porque os quedáis serios, y también yo me pongo serio sin darme cuenta. Además, no me voy a marchar de aquí. Me quedo. De verdad, me quedo: el corazón os lo dejo muy a gusto. Además, os necesito a cada uno de vosotros: porque os necesita Dios, aunque no necesita de nadie (...). Me acordaré de cada uno, os pasaré revista; y me ayudaréis a ser mejor con el recuerdo, con el pensamiento... ¡Esto es humano! Hay una especie de canción popular española que dice: la ausencia es aire que apaga el fuego chico y enciende el grande. De modo que cuando me marche os querré, si cabe, aún más; y estaré aquí más que ahora... ».

El día 7 de junio amanece lloviendo. Un coche que cruza Sáo Paulo se lleva al Padre. En el aeropuerto internacional de Viracopos despega el avión para transportarle a la inmensa pampa argentina.

Para saber más:

Tiempo de caminar . Ana Sastre, pp. 553-560.

El Fundador del Opus Dei III . Andrés Vázquez de Prada, pp. 694-709.