San Josemaría durante la sede vacante

Publicamos un fragmento de la biografía de Andrés Vázquez de Prada que relata la actitud de San Josemaría con ocasión del cónclave que tuvo lugaren 1958, tras el fallecimiento de Pío XII.

Publicamos un fragmento de la biografía de Andrés Vázquez de Prada que relata la actitud de San Josemaría con ocasión del cónclave que tuvo lugaren 1958, tras el fallecimiento de Pío XII.

Autógrafo del Papa Pío XII con su Bendición para el Opus Dei y su fundador. Roma. 21-VI-1946

Para rezar más por el Vicario de Cristo

A principios de octubre de 1958 corría por el mundo la noticia de que el Papa se hallaba gravemente enfermo en su residencia de Castelgandolfo. Pío XII expiró en la madrugada del día 9. El Fundador había seguido de cerca, y con angustia, la enfermedad, ofreciendo insistentemente oraciones al Señor y recomendando a sus hijos que tomasen la enfermedad del Santo Padre como motivo para rezar más aún por el Vicario de Cristo y estar más unidos a Dios. Veníale a la memoria, con suave afecto, la figura frágil y cortés de Pacelli, que había concedido al Opus Dei en 1950 la definitiva aprobación pontificia.

Con el alma empapada de dolor presenció el solemne aparato de las exequias pontificias: el paso del féretro por las calles de Roma, el silencioso desfile de la muchedumbre ante el cadáver, el entierro en la cripta de San Pedro, y la posterior novena de duelo . El funeral tuvo lugar el 19 de octubre. Celebró la misa de Requiem el Cardenal Tisserant, con asistencia del Colegio cardenalicio. (Del otro lado del telón de acero solamente pudo acudir a Roma Wyszynski; faltaron Stepinac y Mindszenty).

Al Papa, vamos a quererle antes de que venga, como buenos hijos

Antes de que venga

Una vez convocado el Cónclave para elegir nuevo Papa, el Fundador no se cansaba de repetir anticipadamente a sus hijos: al Papa, vamos a quererle antes de que venga, como buenos hijos. Circulaban ya entre la gente rumores y comentarios sobre quién sería el próximo Papa. Se barajaban nombres italianos: Ottaviani, Ciriaci, Lercaro, Siri, Ruffini, Masella... Las listas se alargaban: Roncalli, Tisserant, Agagianian... Había nombres para todos los gustos. El 25 de octubre sellaron las puertas del Cónclave. Durante tres días, mañana y tarde, se acercaba la gente a la plaza de San Pedro para ver, decepcionados, las humaradas negras de la chimenea de la capilla Sixtina. El 28 de octubre de 1958, a las cinco de la tarde, la chimenea despedía bocanadas de un humo gris incierto; y, enseguida, al grito de “fumata bianca!” el gentío se congregó en la plaza.

Oremus pro Beatissimo Papa nostro

Quienes estaban en sus casas seguían el acontecimiento por televisión o por radio. En esos mismos instantes, sin esperar a saber el nombre del elegido, el Fundador se puso a rezar por él, de rodillas: Oremus pro Beatissimo Papa nostro: Dominus conservet eum et vivificet eum. Que Dios le guarde y aliente, que le haga dichoso aquí en la tierra y le libre de sus enemigos...

El Papa Juan XXIII junto a San Josemaría y a Don Álvaro del Portillo

A poco, el Cardenal Protodiácono, desde el balcón de la “loggia” de San Pedro, declaraba en latín: «Annuntio vobis gaudium magnum: habemus Papam..., cardinalem Roncalli». El Fundador, visiblemente emocionado, recibió la primera bendición que impartió Juan XXIII a la muchedumbre y a quienes seguían el acontecimiento por televisión.

Fuente: ANDRÉS VÁZQUEZ DE PRADA. EL FUNDADOR DEL OPUS DEI. Vida de Josemaría Escrivá de Balaguer III. Los caminos divinos de la tierra. EDICIONES RIALP, S.A. MADRID