El comienzo del Opus Dei contado a través de una residencia universitaria

El historiador y sacerdote José Luis González Gullón publica "DYA. La Academia y Residencia en la historia del Opus Dei (1933-1939)". El autor analiza la primera actividad de apostolado corporativo del Opus Dei, impulsada directamente por su fundador. El libro (Ediciones Rialp) está disponible desde el pasado 1 de febrero.

El autor del libro, en la entrada de la Academia-Residencia DYA.

Ediciones Rialp DYA. La Academia y Residencia en la historia del Opus Dei (1933-1939)

Descarga en PDF un extracto del libro, en el que se detalla la búsqueda y comienzos de la Academía DYA.

Reproducimos una entrevista al autor de esta nueva publicación, realizada por Sergio Mora y publicada en Zenit.

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¿Qué es DYA y qué supone en la historia del Opus Dei?
DYA –acrónimo de “Derecho y Arquitectura”- fue una residencia de estudiantes universitarios, que tuvo aneja una academia de repaso de asignaturas. Se abrió en Madrid, bajo la iniciativa de Josemaría Escrivá, en noviembre de 1933. Con el estallido de la Guerra Civil tuvo que interrumpir bruscamente sus actividades en junio de 1936.

Para la historia del Opus Dei, esta academia-residencia es importante, pues se trata de la primera actividad organizada de modo corporativo o institucional

Para la historia del Opus Dei, esta academia-residencia es importante, pues se trata de la primera actividad organizada de modo corporativo o institucional. La puesta en marcha de DYA se produce cinco años después de la fundación del Opus Dei (1928). Junto con la actividad académica y residencial, DYA fue un espacio en el que san Josemaría difundió el mensaje del Opus Dei: haciendo vida con esos jóvenes, invitándoles a seguir caminos de oración compatibles con sus ilusiones humanas y profesionales.

El historiador José González Gullón delante del edificio en el que estuvo la Academia y Residencia DYA.

En 1933, Josemaría Escrivá era un joven sacerdote —tenía 31 años— ¿qué destacan los estudiantes de DYA del fundador del Opus Dei?

Su cercanía. San Josemaría caía bien a los estudiantes porque era alegre y porque se preocupaba de sus intereses y sus problemas. Los residentes y amigos que fueron a DYA se sentían a gusto en esa casa.

Por ejemplo, uno de los residentes, que era de Bilbao, escribió a sus padres varias cartas durante el curso 1935-1936, donde expresaba lo que había visto en ese sacerdote: cuando se puso enfermo, le visitaba cada poco tiempo; cuando se quedaron sin servicio doméstico, le vio hacer las camas de los residentes mientras estaban en clase; cuando conversaban, el joven se sentía comprendido y animado. Todos los testimonios de la época ofrecen un retrato similar.

San Josemaría caía bien a los estudiantes porque era alegre y porque se preocupaba de sus intereses y sus problemas

Otra característica que llama la atención a los estudiantes es la intimidad con Dios. Utilizaba el verbo “enamorarse” para referirse al trato con Jesucristo. Pero, más que con las palabras, se veía cómo quería a Dios en los modos con los que rezaba o celebraba la misa. No tenía arrebatamientos místicos. Lo que impresionaba a los universitarios era su sencilla unión con Dios, compatible con un talante humano abierto y familiar, y muy interesado por los estados o el trabajo profesional de cada uno.

¿Conocían los universitarios el papel de DYA en los inicios del Opus Dei?
San Josemaría era muy transparente. Tenía conciencia de haber recibido una llamada específica de Dios y se lo decía a quien se le acercaba. En el libro analizo —también con cifras económicas— qué supuso para el fundador no tener casi nada y, a la vez, transmitir la certeza de que el mensaje del Opus Dei se abriría camino por todo el mundo.

En el libro analizo —también con cifras económicas— qué supuso para el fundador no tener casi nada y, a la vez, transmitir la certeza de que el mensaje del Opus Dei se abriría camino por todo el mundo

Me llamó la atención, por ejemplo, la crisis que se produjo a mitad del primer curso académico de la residencia, cuando se quedaron sin dinero para pagar el alquiler de los pisos, y les sugirieron que cerraran. En esos momentos, san Josemaría comentó a los que le seguían en la Obra que sacar adelante aquel proyecto no era un empeño suyo, sino que Dios estaba detrás. En efecto, poco después consiguieron el dinero necesario.

Los años de la academia-residencia, son años de la Segunda República en España, un periodo muy convulso para la Iglesia. ¿Cómo se vivió en DYA?
La residencia no sufrió particularmente con la legislación que fue definida como anticlerical por el mundo católico. A fin de cuentas, DYA era una institución académica, dirigida por un arquitecto –Ricardo Fernández Vallespín, uno de los primeros fieles del Opus Dei— y regida por un reglamento parecido al del resto de residencias de estudiantes de la época. El hecho de que tuviese un capellán —san Josemaría Escrivá de Balaguer— que impartía formación cristiana a quien quería, no interfería con su situación legal.

Portada del libro "DYA. La Academia y Residencia en la historia del Opus Dei (1933-1939)"

Pero más allá del aspecto jurídico, ¿cómo fue la convivencia de los estudiantes en un ambiente de crispación política con tintes anticlericales?
Frecuentaron la casa estudiantes y licenciados de múltiples asociaciones profesionales, religiosas y deportivas, y también de diversas tendencias y afiliaciones políticas. La residencia DYA fue un espacio de libertad. Además, el fundador indicó que no se hablara de política en las tertulias y en los encuentros colectivos. Deseaba así favorecer la convivencia, sin que se cayese en propuestas ideológicas unilaterales, que mermasen la libertad de elección de cada uno.

La residencia DYA fue un espacio de libertad. Además, el fundador indicó que no se hablara de política en las tertulias y en los encuentros colectivos

En este sentido, la documentación de los estudiantes, en los meses anteriores a la Guerra Civil, evidencia un gran contraste entre lo que pasaba dentro y fuera de DYA. Dentro, se estudiaba, se fomentaba la convivencia y se daba formación cristiana. Fuera —en la facultad o en la calle— la tensión era altísima. Hay muchos ejemplos de esto en el libro.

¿Atendió san Josemaría otras actividades fuera del mundo académico durante los años de la Segunda República?
En esos años, DYA fue la actividad principal promovida por el fundador del Opus Dei de modo corporativo. Pero destacaría otras tres, hasta el estallido de la Guerra Civil. En primer lugar, unas sesiones de formación cristiana para sacerdotes diocesanos, impartidas semanalmente; la segunda, una reunión, también formativa, con mujeres; la tercera, el empeño de san Josemaría por acudir personalmente a hospitales para atender, humana y ministerialmente, a los enfermos. Estas actividades le permitieron tratar grupos de estudiantes, licenciados, administrativos, menestrales, personas de oficios manuales y sacerdotes.

San Josemaría animó a los residentes y a sus amigos a que visitaran a personas pobres o enfermas, con el fin de llevarles un poco de cariño y también algo de dinero o de bienes materiales imprescindibles

Y al mismo tiempo, desarrollaba sus encargos como sacerdote residente en Madrid: primero en el Patronato de Enfermos y más tarde en el de Santa Isabel.
La misma residencia DYA no dedicaba su esfuerzo únicamente a la formación profesional y religiosa. San Josemaría animó a los residentes y a sus amigos a que visitaran a personas pobres o enfermas, con el fin de llevarles un poco de cariño y también algo de dinero o de bienes materiales imprescindibles. En este sentido, indicó que se pusiese una hucha en la residencia para que, quien quisiera, dejase una limosna que se destinaría a los necesitados. En mi estudio describo algunas de esas visitas, hechas generalmente en grupos de dos o tres estudiantes, a familias de escasos recursos.

Sergio Mora

Zenit